La mayoría de las veces los
padres y profesores son los últimos en enterarse de lo que les ocurre a
los chicos. La vergüenza
o el miedo a las represalias son los principales motivos. Los agresores muchas
veces les dicen que no acusen a nadie o sufrirán las consecuencias y eso hace
tener temor al agredido.
Las víctimas del bullying
suelen ocultarlo a sus padres y maestros. Por eso es importante estar atentos a
lo que les ocurre a nuestros hijos. Además hay una serie de indicios que pueden
ayudarnos a descubrir una situación de acosos escolar en la vida de nuestros
hijos:
Cambios en el
estado de ánimo. Si advertimos que nuestro hijo o hija está más triste de lo
habitual sin que haya una causa aparente y que esa tristeza dura un tiempo,
deberemos hablar con él para averiguar si se debe a una situación de acoso.
Se niega a ir a
la escuela. Si de pronto un chico o chica se niega a ir a la escuela, inventa
enfermedades para quedarse en casa o pone objeciones absurdas.
Cambia su
comportamiento. Si comienza a mostrarse miedoso, nervioso, distraído o huidizo
y no consigue explicarnos por qué le ocurre eso.
Tiene moratones
o heridas frecuentes.
Le desaparece
dinero u objetos personales y tampoco es capaz de explicar dónde están o da
explicaciones absurdas.
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